CONCENTRACIÓN EN EL FESTIVAL DE CINE EN LA PRESENTACIÓN DE LA PELÍCULA DE WOODY ALLEN:

¡No somos figurantes en nuestra ciudad!

Una persona que ha hecho una carrera importante en el mundo del cine no nos fascinará hasta la ceguera. Tenemos la plena determinación de ser los protagonistas principales de nuestras vidas. No aceptamos lo que están haciendo con nuestra ciudad. Juntos enfrentaremos a los que quieren usar la ciudad como negocio .

San Sebastián vive un rápido y agresivo proceso de turistificación por parte de las autoridades públicas. Detrás del deseo de atraer turistas e inversores a la ciudad están aquellos que obtienen enormes beneficios económicos a través de este proceso. Mientras tanto, la mayoría de la población tiene cada vez más dificultades para vivir en San Sebastián: el precio de la vivienda, la precariedad del mercado laboral, la subida de los precios al consumidor…

La marca-ciudad y la mercantilización cultural responden a objetivos comerciales particulares en esta ciudad. A todos los que vienen a favorecer este objetivo se les pone la alfombra roja, incluso si se favorece pasar por encima de las condiciones de vida de las y los donostiarras.

Pedimos:

Transparencia absoluta sobre los tratos con Woody Allen y Mediapro y todos los servicios y apoyo brindados por las instituciones públicas al proyecto cinematográfico. Esto se parece demasiado a un macro-anuncio de encargo.

No utilizar la película para caracterizar a San Sebastián como parque temático y promover la actividad turística. Es el momento de direccionar la ciudad hacia el decrecimiento turístico. Donostia no es un decorado y las y los donostiarras no somos figurantes.

BiziLagunEkin plataforma de donostiarras por el decrecimiento turístico

Ernai organización juvenil

STOP HOTELES. DETENER LA TURISTIFICACIÓN.

Ante la situación actual, BiziLagunekin, la plataforma de donostiarras por el decrecimiento turístico, quiere plantear diferentes temas a través de acciones reivindicativas.

EN PRIMER LUGAR, queremos denunciar que en Donostia se ha dado una proliferación desproporcionada de hoteles en los últimos años. En los últimos cinco años se han aprobado y/o ampliado licencias de más de 35 hoteles en la ciudad. Llama especialmente la atención la larga lista de los autorizados en el Centro de la ciudad y la continuidad por esta vía en los barrios más turistificados como la Parte Vieja, Gros. Cabe destacar el papel que están jugando el Obispado de Gipuzkoa y otras congregaciones religiosas. Especulan con sus propiedades y actúan como poderosas fuerzas a favor de la turistificación de la ciudad.

EN SEGUNDO LUGAR, la conmoción social provocada por la emergencia del COVID-19 ha hecho aflorar la necesidad de reflexionar y dar cambios, entre otros, sobre el modelo de ciudad de Donostia. Ahora es el momento de corregir la dirección equivocada.

  • Hay que dejar de dar permisos para construir nuevos hoteles, destinar las construcciones de hoteles en obras a otros usos y reducir el número de camas que se ofrecen en la ciudad a medida que cierren algunos de estos negocios, a largo plazo.
  • Vivimos una emergencia habitacional. La crisis económica que llega puede dejar a miles de donostiarras en la imposibilidad de pagar alquileres e hipotecas infladas por la especulación. Además, la expulsión de los ciudadanos necesitados de casa de su ciudad es constante. Es el momento de traer el tema a primera línea y tomar medidas valientes para dar la vuelta al problema de una vez por todas.
  • Basar la economía de la ciudad en la actividad turística no es razonable. Esta actividad, tan condicionada por la movilidad internacional y los factores externos, es de escaso valor añadido. Hay que evitar el monocultivo turístico reforzando otras actividades económicas.
  • Ahora se abre la posibilidad de fortalecer sectores vinculados a las necesidades locales capaces de romper con la dependencia turística y generar empleo de calidad. En este contexto será imprescindible invertir en formación para reubicar a los trabajadores en áreas alternativas. Si no se toma esta vía de decrecimiento turístico, el número de despidos no hará más que crecer.
  • Es el momento de abrir el debate. Hay que desterrar la idea de que la única dirección posible en cuanto al modelo turístico es el crecimiento continuo y encauzar un debate social en el que todos podamos participar y decidir sobre esta actividad que tanto influye en la vida de todos los donostiarras.

EN TERCER LUGAR, queremos hacer un llamamiento a los donostiarras: para que los que vivimos en esta ciudad podamos vivir en ella de la mejor manera posible, hay mucho en juego en estos tiempos que vivimos. Lo que vemos como problemas y obstáculos de cada uno, a menudo son consecuencia de problemas colectivos. Por ello, la única vía de respuesta es la colaboración mutua. Hablemos de lo que está ocurriendo en Donostia, busquemos las soluciones que necesitamos los donostiarras y actuemos conjuntamente en contra de la turistificación y a favor del decrecimiento turístico.

https://www.naiz.eus/eu/actualidad/noticia/20200901/donostiak-pairatzen-duen-turistifikazioa-salatu-du-bizilagunekin-ekimenak

https://irutxulo.hitza.eus/2020/09/01/donostiaren-turistifikazioa-salatzeko-aldarrikapen-ekintza-egin-du-bizilagunekin-plataformak

https://www.donostitik.com/bizilagunekin-denuncia-la-desproporcionada-proliferacion-de-hoteles-en-donostia/

“El modelo económico de Donostia es muy dependiente del turismo. Rescatar lo que nos hunde no es una buena opción”

Entrevista con Nerea Arregi y Asier Basurto de BiziLagunEkin

La plataforma crítica con el modelo económico de la ciudad ve en esta crisis una oportunidad para tomar nuevos rumbos. «El coronavirus nos ha reflejado muy vulnerables ante el espejo», afirman sus representantes.

BiziLagunEkin, la plataforma crítica con el modelo turístico de Donostia, ve una oportunidad en esta crisis provocada por la Covid-19 para que instituciones y habitantes se replanteen la opción de lo que considera un “monocultivo turístico”. En esta entrevista dos de sus representantes, Nerea Arregi y Asier Basurto, hablan sobre el papel del Obispado en este asunto, los pisos turísticos, el precio de la vivienda, las terrazas hosteleras…

BiziLagunEkin quiere que el postconfinamiento sea ‘aprovechado’ para replantearnos las bondades del turismo. Sin embargo, la dependencia laboral de la hostelería de tantos donostiarras, por ejemplo, daría al traste con el futuro de miles de personas si no se reactiva. ¿No sería el momento más bien de arrimar el hombro?

Nuestra manera de arrimar el hombro es aportar en la reflexión y el debate sobre el modelo de ciudad que tenemos y hacia dónde nos convendría llevarlo. Nos parece que no cambiar de rumbo en esta situación es lo que nos supondría un futuro oscuro. La crisis del coronavirus nos ha reflejado muy vulnerables ante el espejo. Y ha mostrado que el modelo económico de Donostia es demasiado dependiente de la actividad turística. Rescatar lo que nos hunde no es una buena opción. El presupuesto público debe conducirse a crear alternativas laborales para impulsar un proceso de decrecimiento turístico y un modelo económico más diversificado, con el menor daño posible para las personas que hoy en día trabajan en dicho sector.

En este momento hay hoteles en construcción, en reforma o a punto de abrirse en Donostia. Incluso del Obispado. Desde Hoteles de Gipuzkoa dicen que las reservas de este verano se han quedado en el 30%. ¿Puede ser el final de la expansión hotelera llegada así, de forma natural?

Los últimos 5 años se han concedido más de 35 licencias de hotel en Donostia. Se ha atraído a cadenas hoteleras e inversores concediéndoles todas las facilidades.

Respecto al Obispado, por lo que nos consta son tres los proyectos que tiene en marcha: el edificio del Paseo Colón, el edificio enfrente de Correos en la calle Urdaneta-trasera del Buen Pastor y la Parroquia de la Sagrada Familia en Amara Berri. Están destinados a ser apartahoteles y hoteles. Podemos decir que el Obispado es un agente más que busca el negocio mediante hoteles con parcelas y edificios.

No nos parece que la cantidad de hoteles que tiene que haber en la ciudad deba regularse solamente por las leyes del mercado. Donostia es una ciudad de dimensiones reducidas donde hay un grave problema de vivienda y estamos avanzando hacia el monocultivo turístico.

Desde algunos barrios se mostraron contrarios a las facilidades para expandir las terrazas hosteleras tras el confinamiento. Desde las instituciones se mostraron a favor más que nunca de arrimar el hombro para defender el sector. ¿Van a ser siempre incompatibles estas posturas?

No son incompatibles en ningún momento. Los bares y restaurantes son parte de la vida cotidiana de los donostiarras. Deben poder ejercer su trabajo y ojalá todo el mundo pueda disfrutar de los mismos. Ojalá también que los trabajadores tengan condiciones dignas, los precios sean adecuados a parámetros locales y estos establecimientos no estén controlados por cuatro grupos inversores que acumulen poder hasta dictar políticas municipales.

Por otro lado el espacio público es vital para la vida comunitaria y para los cuidados que tan necesarios y fundamentales se nos han mostrado en tiempos de confinamiento. No podemos dejar que el 100% del espacio de las plazas y calles lo ocupen las terrazas.

La UPV-EHU demuestra en un estudio que ustedes han hecho público que el precio del alquiler sube un 7% en las ciudades donde operan plataformas como AirBNB. ¿Qué papel debería tener este tipo de estudios en el debate sobre el turismo en la ciudad?

A nosotros nos parece importantísimo conocer con datos y criterios científicos las consecuencias económicas, sociales, medioambientales y culturales que tiene la turistificación de la ciudad. Es fundamental para que el modelo de turismo llegue a ser adecuado que tengamos información neutral.

Según estos resultados, el alquiler de una vivienda utilizada como residencia es de media unos 74 euros más cara al mes en Donostia debido a la presencia de los pisos turísticos. Es una cantidad significativa que puede contribuir a ahogar a muchas familias y hacer que abandonen sus casas y barrios. Es un elemento más que hace que el alquiler residencial en Donostia sea una opción poco viable para muchas personas. Y hay que tener en cuenta que ese efecto se le suma a una situación gravísima de crisis residencial que se da en la ciudad desde hace décadas y la turistificación sigue agravándola.

Entonces, ¿ustedes no dan por resuelto el debate en torno a los pisos turísticos en Donostia?

Nada más lejos de la realidad. Nos encontramos en medio de una pandemia mundial, a las puertas de una crisis económica que apretará las condiciones de vida de mucha gente, con un problema de la vivienda cronificado en la ciudad y sin una regulación de alquiler vacacional actualizada en vigor. Ahora es el momento de dar un paso adelante.

Cuando nos ha asaltado la crisis sanitaria y económica provocada por el Covid-19, muchos propietarios de viviendas han huido del alquiler vacacional para ofrecer sus pisos como viviendas de alquiler (más de 27.000 en el estado español). Esto demuestra que nada volverá a ser igual.

En agosto de 2017 se aprobó la ordenanza para regular los pisos turísticos. Se legalizaron decenas de pisos que no cumplían la normativa anterior y deberían haber sido clausurados. El equipo designado para inspeccionar pisos nunca contó con los medios humanos y materiales necesarios para esta ingente tarea. En enero de 2020 el TSJPV dejó sin validez la ordenanza del Ayuntamiento de Donostia debido a que no se tramitó el correspondiente cambio del PGOU.

Es el momento de una  nueva regulación del alquiler vacacional que nos lleve, desde la gestión de lo existente, paso a paso, a erradicar esta práctica.

¿Cuál debería ser la postura de las instituciones llegado este punto exacto en que estamos?, ¿qué les piden?

Teniendo en cuenta que las recetas hasta ahora puestas sobre la mesa pretenden restablecer la “normalidad” anterior, desde la plataforma BiziLagunEkin tenemos claro que ahora es el momento para dar pasos hacia el decrecimiento turístico.

Hay que hacer frente a la privatización del espacio urbano y dar prioridad a la vida comunitaria, poner en el centro la vida de barrio y las redes de proximidad, impulsar un modelo económico basado en la promoción de otros sectores, erradicar las condiciones de trabajo precarias del sector turístico, redirigir los recursos públicos hacia las necesidades socioeconómicas básicas de la población, repensar desde una perspectiva local el modelo de eventos masivos dirigidos a atraer visitantes, poner límite al uso turístico de las viviendas y promover su uso como hogares de alquiler, dejar de dar licencias para nuevos hoteles y detener el crecimiento de la oferta hotelera, abandonar un modelo de movilidad basado en las macro-infraestructuras y el uso del coche, detener la turistificación de los entornos de valor ecológico como la isla Santa Clara, y, sobre todo, dejar de tomar decisiones de forma unilateral y garantizar a las donostiarras la opción de debatir y decidir el modelo turístico de la ciudad.

Un estudio publicado por investigadores de la UPV/EHU evidencia la relación entre la proliferación de pisos turísticos y la subida del precio del alquiler en Donostia

La publicación científica Economic Research-Ekonomska Istraživanja publicó en abril de 2020 el resultado del estudio[i] elaborado por un grupo de investigación de la Facultad de Economía y Empresa formado por especialistas de diversos ámbitos (economía, sociología, vivienda, matemática,…). Son Aitziber Etxezarreta Etxarri, Julen Izagirre Olaizola, Jon Morandeira Arca e Imanol Mozo Carollo. 

Se han basado en el análisis de datos empíricos referentes al alquiler vacacional y el mercado del alquiler en Donostia. Elaboraron un modelo económico que establece una correlación clara entre la presencia de Airbnb en Donostia y la subida del precio del alquiler residencial en la ciudad. 

La falsa economía colaborativa de Airbnb

La presencia de Airbnb y su impacto sobre el mercado de la vivienda es un fenómeno estudiado en ciudades de todo el mundo. En base al presente estudio y a otros realizados en otros destinos turísticos, el artículo analiza críticamente las características de la plataforma Airbnb y su adecuación a la categoría de la economía colaborativa. Lejos de suponer una ganancia adicional y esporádica que permita a los residentes seguir viviendo en sus casas, o de movilizar recursos inutilizados (una habitación que sobra o una casa que no se habita), muchos propietarios abandonan el alquiler común para ofertar sus viviendas en el mercado turístico. Como consecuencia, hay cada vez menos vivienda disponible en alquiler y suben los precios. 

“En la práctica, los anfitriones profesionales y los inversores tienen cada vez más representación en la plataforma Airbnb y no cumplen con este principio básico de la economía colaborativa (Gil & Sequera, 2018). Se trata de agentes (inmobiliarias, empresas especializadas y grandes y pequeños propietarios) que retiran viviendas del mercado residencial para ponerlas en Airbnb y ofrecerlas en alquileres de vacaciones a corto plazo durante todo el año.»[ii]

En el caso de la ciudad de Donostia, la presencia de alojamientos ofertados a través de Airbnb es muy elevada, y en 2017 casi alcanzaba la oferta hotelera regular de la ciudad. En cuanto a las características de la vivienda turística, los datos corroboran la existencia de un mercado extractivista y monopolizado tras el concepto de “economía colaborativa”. 

«En cuanto a la concentración de la oferta, que ya se ha analizado en profundidad anteriormente en este documento, los 10 principales anfitriones según número de propiedades anunciadas en Airbnb en San Sebastián representaban 328 (22%) del total de 1472 pisos o habitaciones anunciadas en la plataforma a finales de 2018. Los tres anunciantes principales tenían por sí solos el 12% del total de las ofertas (Inside Airbnb,2019). Los 10 principales anunciantes de Airbnb en 2017 (1,1% de los anunciantes) ofrecieron 2.335 plazas de alojamiento (31% del total) (Montera34.2017).[iii]

Metodología y características del estudio:

El estudio tiene como objetivo determinar, mediante modelos económicos, la relación de la presencia de Airbnb en los barrios de Donostia y la subida del precio del alquiler residencial.  

“En resumen, nuestra hipótesis es que la aparición del mercado de alquiler temporal opera, tanto por un aumento de la demanda de viviendas, debido a la oportunidad de ingresos que ofrecen estas nuevas plataformas, como por una disminución de la oferta de unidades de alquiler que figuran en la lista de alquileres a largo plazo. Ambos cambios contribuirían al aumento de los precios de alquiler de las unidades a largo plazo.»[iv]

La mayor o menor intensidad de Airbnb en un barrio la basan en el número de reseñas elaboradas por los clientes de las viviendas turísticas, dividido por el número total de viviendas existentes en aquel barrio. Se utilizan datos correspondientes al periodo 2013-2018, utilizando fuentes del Gobierno Vasco, Idealista Inc., EUSTAT y Fomento San Sebastián.

RESULTADOS: La presencia de Airbnb sube el precio del alquiler

A mayor presencia de Airbnb, mayor precio de las viviendas de alquiler. Cuanto más sube la cantidad de pisos de Airbnb, más sube el alquiler.

“El estudio empírico realizado en el presente documento refleja que un aumento de una desviación estándar en la intensidad de las Airbnb se asocia con un aumento del 7,3% en los precios de los alquileres, lo que equivale a un aumento de 74 euros de promedio para un alquiler mensual medio de 1013 euros. Este efecto es mayor que el medido empíricamente en otros contextos (como Boston, Reino Unido, etc.), pero no tan grande como en otros destinos costeros españoles (como en la costa de sol y playa andaluza). Nuestros resultados sustentan la hipótesis de que el efecto de Airbnb en los alquileres residenciales es global pero variable, y depende del tamaño de la oferta de alquiler residencial.”[v]

Para finalizar, en el estudio se señala el posible efecto de expulsión que la turistificación de la ciudad podría provocar entre quienes la habitan hoy en día:

“Finalmente, como futura línea de investigación, debemos calcular el efecto combinado de todo el sector del alojamiento turístico (nuevos hoteles, Airbnb, otros servicios de alojamiento de corto periodo, etc.) en los alquileres de largo plazo, como medida de presión del crecimiento del turismo en el mercado inmobiliario. Un crecimiento de los precios de alquiler residencial podría mandar a los inquilinos tradicionales fuera del mercado e impulsar la inversión y, por lo tanto, los precios de compra de viviendas. Así, el efecto del turismo en el mercado residencial podría extenderse del mercado de alquiler a todo el mercado inmobiliario. Un proceso de estas características podría llegar a desplazar a habitantes tradicionales que no pudieran hacer frente a los precios de alquiler y compra de viviendas.[vi]

Ahora es el momento de acabar con el alquiler turístico en Donostia

Desde BiziLagunEkin, plataforma de donostiarras por el Decrecimiento Turístico, consideramos que la trayectoria respeto al tema de estos últimos años y las circunstancias actuales nos ofrecen una nueva oportunidad de resolver el problema de la manera más conveniente para las y los donostiarras. 

En agosto de 2017 se aprobó en pleno del Ayuntamiento una nueva ordenanza para regular los pisos turísticos. De esta manera se legalizaron decenas de pisos que no cumplían la normativa anterior y deberían haber sido clausurados.

El equipo designado para inspeccionar pisos y garantizar el cumplimiento de la nueva ordenanza, nunca contó con los medios humanos y materiales necesarios para esta ingente tarea. Aunque se dejaron sin licencia y se sancionaron algunos apartamentos, los pisos operando sin licencia seguían campando a sus anchas.

En enero de 2020 el TSJPV ha dejado sin validez la ordenanza del Ayuntamiento de Donostia, debido a que no se tramitó el correspondiente cambio del PGOU.

Cuando nos ha asaltado la crisis sanitaria y económica provocada por el COVID19, muchos propietarios de viviendas han huido del alquiler vacacional para ofrecer sus pisos como viviendas de alquiler (más de 27.000 en el estado español). Esto demuestra que nada volverá a ser igual.

Nos encontramos en medio de una pandemia mundial, a las puertas de una crisis económica que apretará las condiciones de vida de mucha gente, con un problema de la vivienda cronificado en la ciudad y sin una regulación de alquiler vacacional actualizada en vigor. Ahora es el momento de dar un paso adelante. Un paso en favor de la mayoría de donostiarras para ponerle freno a la especulación y al beneficio sin escrúpulos. Es el momento de una nueva regulación del alquiler vacacional que nos lleve, desde la gestión de lo existente, paso a paso a erradicar esa práctica.


[i] Aitziber Etxezarreta-Etxarri, Julen Izagirre-Olaizola, Jon Morandeira-Arca & Imanol Mozo Carollo (2020) Urban touristification in Spanish cities: consequences for the rental-housing sector in San Sebastian, Economic Research-Ekonomska Istraživanja, 33:1, 1294-1310 https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/1331677X.2020.1755878

[ii] In practice, professional hosts and investors have increasingly greater representation on the Airbnb platform and do not fulfil this basic principle of the sharing economy (Gil & Sequera,2018). These are agents (real estate, specialised companies and large and small homeowners) who remove housing from the residential market to put it on Airbnb and offer it for short-term holiday lets all year round

[iii] Regarding the concentration of offer, which was discussed in depth earlier in this paper, the 10 main hosts per number of advertised properties on Airbnb in San Sebastian accounted for 328 (22%) of the total 1472 flats or rooms advertised on the platform at the end of 2018. The three main advertisers alone held 12% of the total offers (Inside Airbnb, 2019). The 10 main Airbnb advertisers in 2017 (1.1% of the advertisers) offered 2335 lodging vacancies (31% of the total) (Montera34, 2017).

[iv] In summary, our hypothesis is that the emergence of the short-term rental market operates both through an increase in the demand for housing because of the income opportunity offered by these new platforms, and a decrease in the supply of rental units listed for long-term rental. Both changes would contribute to the increase of rental prices of long-term units.

[v] Specifically, the empirical study carried out in this paper reflects that a one standard deviation increase in Airbnb intensity is associated with an increase of 7.3% in rental prices, which corresponds for citywide average monthly asking rent of 1013 euros to increase 74 euros in average. This is a bigger effect than those measured empirically in other across-sea contexts, (such as Boston, UK, etc.), but not as big as in other Spanish coastal destinations (as in the Andalusian ‘sun-and-beach’ coast). Our results support the hypothesis that the effect of Airbnb on residential rentals is global but variable, and depends on the size of the residential rental offer.

[vi] Finally, as a future line of research, we should assess the combined effect that the whole tourist lodging sector (new hotels and hostels, Airbnb, other short-term rental services, etc.) has on the long-term rentals, as a measure of the pressure that the growth of tourism exerts on the real estate market. An increase in residential rental prices may push traditional renters out of the market and boost the investment and, consequently, prices in the housing market. Therefore, the effects of the tourist lodging sector would spread to, not only the long-term rental market, but to the whole real estate market. Such a process may also lead to the displacement of traditional residents who do not have the resources to face the increase in housing rental and purchase prices.

La reivindicación para proteger la isla de Santa Clara y su faro llega a las Juntas Generales de Gipuzkoa

La plataforma Bizilagunekin, la iniciativa Parkea Bizirik, la asociación Haritzalde y el catedrático de la UPV/EHU Santiago Sánchez Beitia han comparecido este jueves 25 de junio ante las Juntas Generales de Gipuzkoa para revindicar la necesidad de proteger la isla y el faro de Santa Clara. Los citados grupos han mostrado su preocupación en torno al proyecto artístico que afecta a la isla y su faro, exigiendo de igual manera, un compromiso firme en pro de la conservación y protección del lugar. 

Los oradores han denunciado los daños que podría generar la consecución del proyecto sobre el medioambiente, el patrimonio, el paisaje, el urbanismo, las finanzas públicas o la identidad del lugar entre otros. En primera instancia, han denunciado el riesgo de pérdida patrimonial que conlleva la ejecución de esta obra. A su vez, han expresado su preocupación por una posible aceleración del proceso de turistización que ya sufre la ciudad. De igual manera, han manifestado su preocupación por el riesgo de mercantilización y privatización del espacio urbano que acarrea este proyecto. También han advertido del peligro de deterioro paisajístico que traería consigo esta obra. A su entender, tanto las obras como el posterior aumento del número de visitantes y trayectos pueden ocasionar daños ecológicos irreparables ligados a la masificación y la contaminación. Por último, han querido destacar el grave perjuicio económico que supondrá la intervención artística sobre las cuentas públicas, avenido de un sobrecoste que no cesa de crecer.        

En plano propositivo, los grupos han pedido la paralización de las obras para la realización del proyecto artístico de Cristina Iglesias. Han exigido a las autoridades actuar con altura de miras, llamando a su responsabilidad respecto a la larga serie de daños que la obra infligiría sobre la isla y su faro. Además de la paralización inmediata de las obras, los intervinientes han demandado la implementación de mediadas urgente para revertir los daños causados sobre el patrimonio y la naturaleza de la isla. También han aprovechado la ocasión para exigir la implantación de un proceso participativo público y transparente para decidir el futuro de la isla. Igualmente, han pedido que se asegure el control público de la isla y sus dotaciones, con la finalidad de evitar su privatización.   

Además de lo precedente, han encomendado a las Juntas Generales a realizar cuantos pasos sean necesarios para que la isla sea catalogada como Zona de Especial Conservación a nivel comunitario. Junto a ello, han subrayado la necesidad de que se realice y cumpla un plan especial de uso y gestión que regule y organice el uso de la isla. Para finalizar, han insistido en la necesidad de replantear la intervención artística en su integralidad, proponiendo que en su lugar, se cree un centro de interpretación medioambiental y del patrimonio que cumpla una función netamente pedagógica orientada a educar a las futuras generaciones de Donostiarras.         

En su mensaje dirigido a las y los junteros, los grupos participantes no han querido pasar por alto su deseo de que el mismo también se difunda entre los representantes municipales de Donostia y la sociedad en general. Así, han invitado a las y los Donostiarras a que muestren su rechazo a este proyecto. Por último, han pedido a la sociedad a que se una a las diversas iniciativas que ponen en marcha para incrementar la fuerza conjunta en defensa de la tan apreciada isla de Santa Clara y su faro.         

En Donostia ahora es el momento

La alargada sombra del covid-19 ha puesto nuestra sociedad ante el espejo, sacudiendo las bases del modelo de desarrollo establecido. A la emergencia sanitaria causada por el virus, se le une una profunda crisis económica, cuyas duras consecuencias empezamos a sufrir.  Ante este contexto preocupante y lleno de incertidumbre, la respuesta de aquellos en el poder ha sido inmediata e unívoca. Al margen de cualquier reflexión seria y pausada, han manifestado su voluntad de que nada cambie, y de seguir alimentando el círculo vicioso del crecimiento ilimitado. Bajo un modelo de gobernanza anticuado y que renuncia a cualquier principio de transparencia y de toma de decisiones compartida, las decisiones y soluciones adoptadas a diferentes niveles comparten una misma meta: multiplicar esfuerzos y destinar recursos para volver a la situación de antes del estallido de la crisis.

La transformación que Donostia viene experimentando durante la última década es totalmente evidente. Masificación turística; monocultivo y dependencia económica; proyectos urbanísticos desmesurados; depredación de espacios y recursos naturales; subida de los precios de la vivienda; impulso de los alquileres turísticos; establecimiento de fondos buitres; promoción ilimitada de la actividad hotelera; precarización de la clase trabajadora; barrios desfigurados; desaparición del comercio de proximidad; mercantilización de la cultura, o el menosprecio del euskera, entre otras. Si la realidad hasta aquí descrita fuera poco, la única solución que se nos plantea para hacer frente a la crisis que viene es dar otra vuelta a la tuerca. Entre otras, se han anunciado campañas y ayudas públicas que priorizan la ocupación comercial del espacio público y la promoción del territorio con fines turísticos. 

En cambio, creemos que tanto la sacudida que vive nuestra sociedad como el parón de las actividades turísticas, nos plantean una oportunidad única para replantear y cambiar algunos elementos que tienen gran influencia sobre el estilo de vida de Donostia y los donostiarras.

Ahora es el momento de hacer frente a la privatización del espacio urbano y dar prioridad a la vida comunitaria de las vecinas en las calles y plazas. Recientemente se ha dado consentimiento a una ocupación todavía mayor de la calle por parte de las actividades comerciales. Esto intensifica la privatización de los sitios abiertos, convirtiendo el espacio urbano en un mero ecosistema de relaciones basadas en el consumo. Ante esta tendencia, pedimos una utilización no mercantilista de los espacios comunes que favorezca la interacción cotidiana entre la gente. El desarrollo de infraestructuras y recursos colectivos, como fuentes, bancos, cobijos, zonas de juegos, y espacios culturales o deportivos, puede ser un primer paso. 

Ahora es el momento de poner en el centro la vida de barrio y las redes de proximidad, frente al individualismo que nos debilita ante dificultades sanitarias, sociales y económicas. En las últimas décadas hemos visto intensificarse el aislamiento y el desarraigo individuales. Ahora, en nombre de la salud y la seguridad, y con la implementación del distanciamiento entre personas, dicho proceso puede acelerarse. Aun así, si esta crisis algo ha puesto de manifiesto, ha sido la ola de solidaridad entre vecinos y la importancia y eficacia de las relaciones y la colaboración locales. Ese es precisamente el camino a potenciar como sociedad, favoreciendo la cooperación y las iniciativas que se dan en la cercanía, permitiendo los intercambios sociales y facilitando la iniciativa de los agentes sociales locales.

Ahora es el momento de impulsar un modelo económico más equilibrado, basado en la promoción de otros sectores, dejando atrás el modelo basado en la actividad turística especuladora Esta crisis ha evidenciado que la especialización productiva basada en el monocultivo turístico debilita totalmente el tejido económico. La dependencia con respecto a fuerzas y condiciones exteriores ha aumentado la vulnerabilidad de la economía de la ciudad, dejándola indefensa ante los imprevistos. En este contexto, sería incomprensible que las fuerzas públicas volvieran a apostar por un turismo que no aporta más que incertidumbre. Así pues, es necesario optar por el fomento de actividades económicas sostenibles y diversas basadas en lo local, priorizando actividades de cuidados que respondan a necesidades básicas, fomentando el emprendimiento vinculado a la innovación social y promoviendo el comercio local.

Ahora es el momento de erradicar las condiciones de trabajo precarias del sector turístico, haciendo frente a su situación de desamparo en tiempos de crisis, y conseguir condiciones dignas. Está claro que los trabajadores de los sectores más estrechamente vinculados al turismo han sido los primeros perjudicados por esta crisis económica. Como reflejo de la debilidad del sector, los primeros golpes de la crisis han caído sobre los trabajadores con condiciones laborales más precarias. Es el momento de revisar y reordenar las características de los puestos de trabajo vinculados al sector, poniendo, ante todo, unas condiciones laborales dignas.

Ahora es el momento de redirigir los recursos públicos derrochados en la promoción del turismo y la marca ciudad, hacia las necesidades socioeconómicas básicas de la población.  Los recursos públicos prioritarios no pueden destinarse a alimentar un negocio en manos de pocos, como es el de la actividad turística. En esta situación, la internacionalización y la atracción de visitantes pueden llegar a traducirse en un aumento de los riesgos sanitarios y económicos. Así pues, exigimos que los presupuestos públicos y los esfuerzos financieros se destinen a paliar las dificultades socioeconómicas puntuales de la ciudadanía, orientando estratégicamente la ciudad hacia el desarrollo interno y el emprendimiento social.

Ahora es el momento de repensar desde una perspectiva local el modelo de eventos masivos dirigidos a atraer visitantes, y de recuperar, por encima de los intereses comerciales, el control público de la oferta cultural. Varios eventos culturales de éxito, revestidos de un carácter popular, se han mercantilizado y han dejado en manos de patrocinadores privados la oferta cultural de la ciudad, el uso del espacio urbano y otros privilegios. Pedimos que este momento de crisis se tome como una oportunidad y se dediquen esfuerzos a devolver los eventos culturales populares a sus orígenes. Reivindicamos así la prioridad y accesibilidad universal y gratuita a la cultura local y pedimos la recuperación del control público de los eventos en favor de los creadores locales.

Ahora es el momento de poner límite al uso turístico de las viviendas y promover su uso como hogares de alquiler. Seguir con la tendencia de los últimos años es inviable si queremos seguir imaginando una ciudad de Donostia vivaz y acogedora. La masificación turística ha conllevado la escasez y el encarecimiento de la vivienda destinada a alquiler común. Necesitamos aprovechar la caída de la presión turística y aprender de los errores del pasado. Por una vez, exigimos que se entiendan las viviendas como espacios en los que vivir y se pongan límites a las actividades especulativas. Entre las posibles medidas se encuentran el refuerzo de las ayudas directas para el alquiler de los ciudadanos más perjudicados por la crisis; ampliar el parque de viviendas de alquiler social municipal y establecer precios máximos para el alquiler de viviendas.

Ahora es el momento de dejar de dar licencias para nuevos hoteles y detener el crecimiento de la oferta hotelera. Junto a la masificación de la actividad turística, en Donostia se ha producido un crecimiento exponencial de la oferta hotelera. La incesante construcción y apertura de hoteles ha determinado, en gran medida, el paisaje urbano de los últimos años. Sin embargo, los hechos han puesto al descubierto la cruda realidad de un crecimiento desequilibrado y sin límite. De esta forma, creemos que ahora es el momento de regular realmente este subsector de la actividad turística. Más allá de dejar de dar permisos para la expansión y apertura de hoteles, es el momento de endurecer las normativas para su funcionamiento.

Ahora es el momento de abandonar un modelo de movilidad basado en las macro-infraestructuras y el uso del coche, y de promover alternativas sostenibles que den espacio a peatones y ciclistas. Con tal de favorecer el crecimiento, facilitar la hipermovilidad y acelerar las relaciones en la distancia y el tiempo, hasta hoy la ciudad ha sido concebida desde el punto de vista de los coches y las grandes infraestructuras de transporte. Sin embargo, el parón que vivimos ha evidenciado que las necesidades básicas de movilidad son otras. Ha quedado claro que el espacio para peatones y ciclistas es escaso y que, hoy por hoy, la continuidad y permeabilidad entre barrios no están garantizadas. Por eso pedimos que los presupuestos públicos en este ámbito se destinen a la estructuración de una red no radial de transporte público y movilidad.

Ahora es el momento de detener la turistificación de los entornos de valor ecológico de la ciudad, como la isla Santa Clara y de tomar medidas que garanticen la conservación y protección de dichos espacios. Inmersos en el círculo vicioso de la turistificación, en los últimos tiempos los agentes públicos de la ciudad han explotado irresponsablemente los entornos naturales de la ciudad. En un contexto en el que se están tomando el medio ambiente y los espacios naturales de la ciudad como simples entornos preparados para ser mercantilizados, exigimos que se tomen medidas efectivas dirigidas a reducir la presión antrópica sobre las áreas de valor ecológico, así como a garantizar la protección completa de las mismas. Así mismo, pedimos un compromiso para inventariar los espacios naturales del municipio, elaborar normativas integrales para el uso de espacios naturales, llevar a cabo una restauración de espacios naturales degradados, y desarrollar actividades de concienciación medioambiental.

Ahora es el momento de dejar de tomar decisiones de forma unilateral, opaca y bajo la influencia de intereses privados, y garantizar a las donostiarras la opción de debatir y decidir el modelo turístico de la ciudad. Los procesos de toma de decisiones relacionados con el modelo y las actividades turísticas, hasta ahora se han regido por la falta de transparencia y principios partidistas, silenciando y menospreciando las voces críticas. Con tal de tener en cuenta la diversidad de mentalidades y puntos de vista de los donostiarras, consideramos necesaria la creación de un observatorio independiente que atienda a las consecuencias sociales, económicas y ecológicas de la actividad turística en la ciudad. Además, es necesario desarrollar sistemas que permitan a los ciudadanos y a la sociedad organizada tomar parte en decisiones que les afectan directamente. 

Teniendo en cuenta que las recetas hasta ahora puestas sobre la mesa pretenden restablecer la “normalidad” anterior, queda claro que esta crisis ha cambiado poco la visión y el quehacer de algunos. Desde la plataforma BiziLagunEkin, sin embargo, tenemos claro que, desde una revisión total de este modelo de ciudad que ahoga a los ciudadanos, ahora es el momento, una oportunidad inmejorable para dar pasos hacia el decrecimiento turístico.

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/18

https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/gipuzkoa/donostia/2020/06/02/donostia-ahora-momento/1034108.html

En defensa de la salud y de la protección del espacio público como un derecho colectivo de la ciudadanía donostiarra

Inmersos en la crisis provocada por el coronavirus, las decisiones de cualquier institución deben ir encaminadas prioritariamente a preservar la salud de toda la ciudadanía.

Las consecuencias de esta crisis (sanitarias, económicas, sociales…) perdurarán en el tiempo y la entrada en la “nueva normalidad” nos va a afectar a toda la población.

Seguimos en estado de alarma sanitaria, confinados, y con unas pocas horas limitadas para salir a pasear. Las próximas semanas deberemos seguir asegurando las distancias interpersonales necesarias para proteger nuestra salud.

A través de los medios de comunicación hemos podido seguir la campaña de los grupos de presión hostelero, en todo el Estado, para aumentar el espacio de las terrazas, ampliar su horario y flexibilizar las ordenanzas.

Como por motivos sanitarios se reduce su aforo, quieren que las terrazas se extiendan más allá, quieren más metros cuadrados. Como si el espacio público estuviera abandonado, sin uso, a la espera de que alguien lo colonice para plantar allí sus mesas.

El espacio público es un espacio de todos, no sólo para trasladarse de un sitio a otro; también es un derecho colectivo necesario para interrelacionarse, para establecer lazos entre personas, para crear sentimientos de pertenencia a la comunidad, al barrio.

No es responsable solicitar que se amplíen el tamaño de las terrazas, para garantizar que los clientes puedan observar las medidas de distanciamiento, mientras, el sector elude, abiertamente, explicar cómo piensa que se va a garantizar la salud y seguridad de quienes habitamos y debemos transitar en los barrios y calles de la ciudad si se amplían las terrazas y se reduce el espacio físico que necesitamos.

Querer ampliar el tamaño de las terrazas para un uso privado a costa de reducir un espacio público ya muy limitado es rechazable. Querer ampliar el espacio ocupado chocando con el derecho a la salud y seguridad de quienes habitamos en la ciudad es rechazable doblemente.

¿Hace falta recordar que la distancia sanitaria que se vaya a establecer dentro de los establecimientos hosteleros debe respetarse también fuera, en la calle? ¿Qué para entrar y salir de nuestros portales los vecinos necesitaremos 1’5 metros libres, que las terrazas deberán respetar (y no los 60 cm que la actual ordenanza permite)? ¿Que, se debe asegurar el espacio para poder cruzarse dos personas respetando las distancias sanitarias que se establezcan, aunque ello suponga retirar mesas de terrazas?

Es responsabilidad del Ayuntamiento defender el interés general y velar por la salud de la ciudadanía. Su primera obligación es garantizar que las medidas de distanciamiento interpersonales se puedan cumplir en nuestras calles y barrios.

Por todo ello, las asociaciones vecinales firmantes, reclamamos al Ayuntamiento de Donostia:

1.Que no autorice un aumento de la ocupación del espacio por las
terrazas.

2. Que no autorice una ampliación de los horarios hosteleros.

3. Que no flexibilice las ordenanzas de ocupación del espacio público.

4. Que asegure que el espacio para el tránsito peatonal respeta las distancias sanitarias que se determinen.

Donostia, 6 de mayo de 2020

SUSCRIBEN ESTE DOCUMENTO:

PARTE ZAHARREAN BIZI AUZO ELKARTEA,
AAVV LANTXABE-AIETE,
AAVV IZBE-Intxaurrondo
AAVV Harripe Herrera-Altza
AAVV Egia Bizirik
AAVV Hondarpe-Gros
AAVV Amara Berri
AAVV Ulia
Agrupación de Comunidades Bera-Bera
Plataforma Bizilagunekin

La red SET ante el COVID-19 y sus consecuencias

La red SET nace en 2018 de la voluntad de elevar una voz colectiva de resistencia frente al proceso de turistización que sufre el sur de Europa. Actualmente formada por 25 nodos de ciudades y regiones europeas, reivindica la necesidad de construir nuevos escenarios de economía y de vida.

En la actual emergencia ligada al Covid-19 urge un cambio de paradigma en nombre de los derechos sociales fundamentales y en apoyo a la población más vulnerable. Dirigimos por ello nuestra solidaridad a las personas que están pagando las consecuencias de un sistema económico que genera desigualdades que ahora se ven amplificadas. Esta pandemia pone en evidencia la necesidad de tejer fuertes sinergias y avanzar en reflexiones y propuestas concretas sobre el derecho a la vivienda y a la ciudad, a la salud y al medio ambiente, contra la precarización y la mercantilización de la vida y los lugares.

Llevamos tiempo denunciando los graves impactos de la actividad turística masiva en nuestras ciudades y barrios, de una industria extractiva que privatiza los beneficios y externaliza los costes, generando además enormes daños ambientales. La economía turística utiliza complejas y perversas cadenas: en un extremo encontramos grandes operadores (plataformas digitales, multinacionales, fondos de inversión, sociedades inmobiliarias, etc.) que se mueven por intereses especulativos y lógicas del beneficio, en el otro una gigantesca mole de fuerza de trabajo precarizada, explotada y sin garantías ni derechos. El incremento del turismo ha generado en ciudades y territorios una fuerte precarización del acceso a la vivienda. Incontables edificios han sido sustraídos del parque residencial y convertidos en pisos turísticos y hoteles. Los precios del alquiler y la vivienda han aumentado de manera desmesurada, provocando la expulsión de muchas vecinas y vecinos de sus barrios.

Hoy, en plena emergencia Covid-19, mientras las instituciones y los medios piden que nos quedemos en casa, las desigualdades se hacen aún más evidentes, dejando completamente al margen a quien no tiene casa. Expresamos por tanto nuestra solidaridad a las personas y familias desahuciadas, a quienes habitan en casas que no garantizan una vida digna, a las personas sin hogar. Por ello promovemos y apoyamos iniciativas que favorezcan la función social del patrimonio inmobiliario, tanto público como privado, destinando el alojamiento turístico (hoteles, hostales, pisos turísticos, etc.) a quien lo necesita.

Esta situación, además, visibiliza hasta qué punto la gentrificación y la turistización han mermado y debilitado las redes de apoyo mutuo de diversos barrios, instrumentos imprescindibles para hacer frente a esta emergencia y a sus derivadas. Agradecemos a las personas que, para garantizar servicios fundamentales, están exponiéndose a sí mismas y a las que las rodean al riesgo de contagio. A quien alimenta la solidaridad y la cooperación manteniendo vivas las relaciones comunitarias, así como a las trabajadoras y trabajadores del comercio de proximidad.

La difusión global del coronavirus, facilitada por una hipermovilidad sin precedentes, ha puesto aún más de relieve los límites y las desigualdades del sistema capitalista. Entre los efectos de este modelo de explotación depredadora, ahora podemos palpar el riesgo epidémico provocado por los desequilibrios ecológicos que se derivan de una relación abusiva entre la especie humana y el entorno que daña a ambos. Las restricciones de los últimos meses han producido una significativa reducción de la contaminación -debida en parte a la drástica disminución del tráfico aéreo y de cruceros-, pero se trata tan sólo de una mejora temporal a costa de un gran sufrimiento social. No responde a un cambio estructural necesario y perdurable en el tiempo. Todo ello nos dice que no podemos seguir alimentando la injusticia social y la emergencia climática, ni continuar con el consumo ilimitado de bienes, recursos y territorio.

Es tiempo de reformular la economía para que produzca servicios y bienes esenciales para toda la población, y no para unos pocos. Es tiempo de construir un sistema económico equilibrado y diversificado, centrado en el decrecimiento, compatible con la vida y con el planeta. Compartimos por ello la necesidad de elaborar propuestas desde abajo y exigimos a los gobiernos e instituciones que las integren en políticas a medio y largo plazo, articulando los diferentes niveles institucionales (internacional y local) con medidas estructurales a favor de las personas, no de las grandes empresas.

Esto se traduce, en el ámbito turístico, en una serie de medidas que consideramos imprescindibles para abordar una transición socio-ecológica a un nuevo modelo económico que corrija la hegemonía turística:

  • No rescatar el sector turístico agravando la deuda pública, y en cambio proyectar su decrecimiento, mediante políticas de bienestar que protejan a las capas sociales y laborales más vulnerables y el medio ambiente.
  • Revisar urgentemente el gasto público para que responda a las necesidades primarias de la población (hospitales, vivienda pública y social, escuelas, etc.) en lugar de financiar costosas y dañinas infraestructuras y grandes obras (ampliación de puertos y aeropuertos, etc.).
  • Proteger a la población de la especulación inmobiliaria reduciendo drásticamente el número de pisos turísticos para devolverlos al parque de vivienda de alquiler, así como adoptar medidas que impidan al circuito financiero global depredar territorios, ciudades y barrios.
  • Implementar medidas que internalicen los costes y redistribuyan los beneficios del turismo.   
  • Adoptar políticas de promoción de otros sectores productivos -viejos y nuevos- que garanticen puestos de trabajo dignos y coherentes con el desarrollo de la cultura y de la investigación ambiental.       

Nos unimos a todas las personas que promueven espacios de debate en esta dirección, y nos implicamos en la construcción de un camino colectivo para la definición y concreción de propuestas operativas, para que una vez superada esta crisis no se vuelva a la normalidad a la que estábamos acostumbradas, sino que se avance hacia una sociedad más justa, igualitaria y solidaria. Sólo así irá todo bien.