En Donostia ahora es el momento

La alargada sombra del covid-19 ha puesto nuestra sociedad ante el espejo, sacudiendo las bases del modelo de desarrollo establecido. A la emergencia sanitaria causada por el virus, se le une una profunda crisis económica, cuyas duras consecuencias empezamos a sufrir.  Ante este contexto preocupante y lleno de incertidumbre, la respuesta de aquellos en el poder ha sido inmediata e unívoca. Al margen de cualquier reflexión seria y pausada, han manifestado su voluntad de que nada cambie, y de seguir alimentando el círculo vicioso del crecimiento ilimitado. Bajo un modelo de gobernanza anticuado y que renuncia a cualquier principio de transparencia y de toma de decisiones compartida, las decisiones y soluciones adoptadas a diferentes niveles comparten una misma meta: multiplicar esfuerzos y destinar recursos para volver a la situación de antes del estallido de la crisis.

La transformación que Donostia viene experimentando durante la última década es totalmente evidente. Masificación turística; monocultivo y dependencia económica; proyectos urbanísticos desmesurados; depredación de espacios y recursos naturales; subida de los precios de la vivienda; impulso de los alquileres turísticos; establecimiento de fondos buitres; promoción ilimitada de la actividad hotelera; precarización de la clase trabajadora; barrios desfigurados; desaparición del comercio de proximidad; mercantilización de la cultura, o el menosprecio del euskera, entre otras. Si la realidad hasta aquí descrita fuera poco, la única solución que se nos plantea para hacer frente a la crisis que viene es dar otra vuelta a la tuerca. Entre otras, se han anunciado campañas y ayudas públicas que priorizan la ocupación comercial del espacio público y la promoción del territorio con fines turísticos. 

En cambio, creemos que tanto la sacudida que vive nuestra sociedad como el parón de las actividades turísticas, nos plantean una oportunidad única para replantear y cambiar algunos elementos que tienen gran influencia sobre el estilo de vida de Donostia y los donostiarras.

Ahora es el momento de hacer frente a la privatización del espacio urbano y dar prioridad a la vida comunitaria de las vecinas en las calles y plazas. Recientemente se ha dado consentimiento a una ocupación todavía mayor de la calle por parte de las actividades comerciales. Esto intensifica la privatización de los sitios abiertos, convirtiendo el espacio urbano en un mero ecosistema de relaciones basadas en el consumo. Ante esta tendencia, pedimos una utilización no mercantilista de los espacios comunes que favorezca la interacción cotidiana entre la gente. El desarrollo de infraestructuras y recursos colectivos, como fuentes, bancos, cobijos, zonas de juegos, y espacios culturales o deportivos, puede ser un primer paso. 

Ahora es el momento de poner en el centro la vida de barrio y las redes de proximidad, frente al individualismo que nos debilita ante dificultades sanitarias, sociales y económicas. En las últimas décadas hemos visto intensificarse el aislamiento y el desarraigo individuales. Ahora, en nombre de la salud y la seguridad, y con la implementación del distanciamiento entre personas, dicho proceso puede acelerarse. Aun así, si esta crisis algo ha puesto de manifiesto, ha sido la ola de solidaridad entre vecinos y la importancia y eficacia de las relaciones y la colaboración locales. Ese es precisamente el camino a potenciar como sociedad, favoreciendo la cooperación y las iniciativas que se dan en la cercanía, permitiendo los intercambios sociales y facilitando la iniciativa de los agentes sociales locales.

Ahora es el momento de impulsar un modelo económico más equilibrado, basado en la promoción de otros sectores, dejando atrás el modelo basado en la actividad turística especuladora Esta crisis ha evidenciado que la especialización productiva basada en el monocultivo turístico debilita totalmente el tejido económico. La dependencia con respecto a fuerzas y condiciones exteriores ha aumentado la vulnerabilidad de la economía de la ciudad, dejándola indefensa ante los imprevistos. En este contexto, sería incomprensible que las fuerzas públicas volvieran a apostar por un turismo que no aporta más que incertidumbre. Así pues, es necesario optar por el fomento de actividades económicas sostenibles y diversas basadas en lo local, priorizando actividades de cuidados que respondan a necesidades básicas, fomentando el emprendimiento vinculado a la innovación social y promoviendo el comercio local.

Ahora es el momento de erradicar las condiciones de trabajo precarias del sector turístico, haciendo frente a su situación de desamparo en tiempos de crisis, y conseguir condiciones dignas. Está claro que los trabajadores de los sectores más estrechamente vinculados al turismo han sido los primeros perjudicados por esta crisis económica. Como reflejo de la debilidad del sector, los primeros golpes de la crisis han caído sobre los trabajadores con condiciones laborales más precarias. Es el momento de revisar y reordenar las características de los puestos de trabajo vinculados al sector, poniendo, ante todo, unas condiciones laborales dignas.

Ahora es el momento de redirigir los recursos públicos derrochados en la promoción del turismo y la marca ciudad, hacia las necesidades socioeconómicas básicas de la población.  Los recursos públicos prioritarios no pueden destinarse a alimentar un negocio en manos de pocos, como es el de la actividad turística. En esta situación, la internacionalización y la atracción de visitantes pueden llegar a traducirse en un aumento de los riesgos sanitarios y económicos. Así pues, exigimos que los presupuestos públicos y los esfuerzos financieros se destinen a paliar las dificultades socioeconómicas puntuales de la ciudadanía, orientando estratégicamente la ciudad hacia el desarrollo interno y el emprendimiento social.

Ahora es el momento de repensar desde una perspectiva local el modelo de eventos masivos dirigidos a atraer visitantes, y de recuperar, por encima de los intereses comerciales, el control público de la oferta cultural. Varios eventos culturales de éxito, revestidos de un carácter popular, se han mercantilizado y han dejado en manos de patrocinadores privados la oferta cultural de la ciudad, el uso del espacio urbano y otros privilegios. Pedimos que este momento de crisis se tome como una oportunidad y se dediquen esfuerzos a devolver los eventos culturales populares a sus orígenes. Reivindicamos así la prioridad y accesibilidad universal y gratuita a la cultura local y pedimos la recuperación del control público de los eventos en favor de los creadores locales.

Ahora es el momento de poner límite al uso turístico de las viviendas y promover su uso como hogares de alquiler. Seguir con la tendencia de los últimos años es inviable si queremos seguir imaginando una ciudad de Donostia vivaz y acogedora. La masificación turística ha conllevado la escasez y el encarecimiento de la vivienda destinada a alquiler común. Necesitamos aprovechar la caída de la presión turística y aprender de los errores del pasado. Por una vez, exigimos que se entiendan las viviendas como espacios en los que vivir y se pongan límites a las actividades especulativas. Entre las posibles medidas se encuentran el refuerzo de las ayudas directas para el alquiler de los ciudadanos más perjudicados por la crisis; ampliar el parque de viviendas de alquiler social municipal y establecer precios máximos para el alquiler de viviendas.

Ahora es el momento de dejar de dar licencias para nuevos hoteles y detener el crecimiento de la oferta hotelera. Junto a la masificación de la actividad turística, en Donostia se ha producido un crecimiento exponencial de la oferta hotelera. La incesante construcción y apertura de hoteles ha determinado, en gran medida, el paisaje urbano de los últimos años. Sin embargo, los hechos han puesto al descubierto la cruda realidad de un crecimiento desequilibrado y sin límite. De esta forma, creemos que ahora es el momento de regular realmente este subsector de la actividad turística. Más allá de dejar de dar permisos para la expansión y apertura de hoteles, es el momento de endurecer las normativas para su funcionamiento.

Ahora es el momento de abandonar un modelo de movilidad basado en las macro-infraestructuras y el uso del coche, y de promover alternativas sostenibles que den espacio a peatones y ciclistas. Con tal de favorecer el crecimiento, facilitar la hipermovilidad y acelerar las relaciones en la distancia y el tiempo, hasta hoy la ciudad ha sido concebida desde el punto de vista de los coches y las grandes infraestructuras de transporte. Sin embargo, el parón que vivimos ha evidenciado que las necesidades básicas de movilidad son otras. Ha quedado claro que el espacio para peatones y ciclistas es escaso y que, hoy por hoy, la continuidad y permeabilidad entre barrios no están garantizadas. Por eso pedimos que los presupuestos públicos en este ámbito se destinen a la estructuración de una red no radial de transporte público y movilidad.

Ahora es el momento de detener la turistificación de los entornos de valor ecológico de la ciudad, como la isla Santa Clara y de tomar medidas que garanticen la conservación y protección de dichos espacios. Inmersos en el círculo vicioso de la turistificación, en los últimos tiempos los agentes públicos de la ciudad han explotado irresponsablemente los entornos naturales de la ciudad. En un contexto en el que se están tomando el medio ambiente y los espacios naturales de la ciudad como simples entornos preparados para ser mercantilizados, exigimos que se tomen medidas efectivas dirigidas a reducir la presión antrópica sobre las áreas de valor ecológico, así como a garantizar la protección completa de las mismas. Así mismo, pedimos un compromiso para inventariar los espacios naturales del municipio, elaborar normativas integrales para el uso de espacios naturales, llevar a cabo una restauración de espacios naturales degradados, y desarrollar actividades de concienciación medioambiental.

Ahora es el momento de dejar de tomar decisiones de forma unilateral, opaca y bajo la influencia de intereses privados, y garantizar a las donostiarras la opción de debatir y decidir el modelo turístico de la ciudad. Los procesos de toma de decisiones relacionados con el modelo y las actividades turísticas, hasta ahora se han regido por la falta de transparencia y principios partidistas, silenciando y menospreciando las voces críticas. Con tal de tener en cuenta la diversidad de mentalidades y puntos de vista de los donostiarras, consideramos necesaria la creación de un observatorio independiente que atienda a las consecuencias sociales, económicas y ecológicas de la actividad turística en la ciudad. Además, es necesario desarrollar sistemas que permitan a los ciudadanos y a la sociedad organizada tomar parte en decisiones que les afectan directamente. 

Teniendo en cuenta que las recetas hasta ahora puestas sobre la mesa pretenden restablecer la “normalidad” anterior, queda claro que esta crisis ha cambiado poco la visión y el quehacer de algunos. Desde la plataforma BiziLagunEkin, sin embargo, tenemos claro que, desde una revisión total de este modelo de ciudad que ahoga a los ciudadanos, ahora es el momento, una oportunidad inmejorable para dar pasos hacia el decrecimiento turístico.

https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/18

https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/gipuzkoa/donostia/2020/06/02/donostia-ahora-momento/1034108.html