Entrevista en Donostitik: «Quien está preocupado por la vivienda no puede defender el negocio de los pisos turísticos»

Cerca de cumplir cinco años, la plataforma, que insiste en que está «alejada de partidismos», habla de la situación de la ciudad, de los discursos casi en campaña, de la llegada del Hilton… y de lo poco querida que puede resultar en algunos ámbitos

Por AMAIA EGUIZÁBAL8 noviembre, 2022 – Actualizado el 9 noviembre, 2022 Tiempo de lectura: 6 mins 

Imagen de archivo. Protesta de Bizilagunekin. Foto: DonostiTik

Estamos a unos meses de las elecciones. ¿Cómo valora la plataforma la situación de los grupos municipales políticos respecto al turismo?

No somos una plataforma partidista. Reunimos a gente de diferentes sensibilidades políticas y no pedimos el voto para ninguna opción concreta. Entendemos este proceso electoral como una oportunidad más para poner en el centro el debate sobre la turistificación de la ciudad y que se puedan escuchar diferentes propuestas.
Además creemos que la configuración política del Ayuntamiento es importante pero no definitiva en este tema. El poder de los lobbies (inmobiliario, hotelero, hostelero…), del capital local y extranjero, además de los medios de comunicación que influyen mucho en el debate, no se elige en las elecciones municipales.

¿Y la posición del Gobierno municipal en este último tramo de legislatura?

Este verano los partidos del gobierno municipal han empezado un movimiento comunicativo para matizar, suavizar y maquillar la posición que han mantenido durante los últimos 7 años y medio a favor de la acelerada turistificación de Donostia. Han vuelto a sacar el debate de la tasa turística, han encargado una campaña comunicativa para vender las bondades de turismo, han anunciado un proceso de dos años para analizar cómo limitar la apertura de nuevos hoteles después de conceder decenas de licencias durante estos años y esperamos algún gesto relacionado con los pisos turísticos. Se han dado cuenta de que la mayoría de donostiarras percibe los daños creados por sus políticas y hasta mayo veremos mensajes y medidas cosméticas.

En este punto, ¿creen que el debate turístico se detiene en la tasa turística porque es poco molesto?

Exactamente. Parece que se toman medidas ante los daños de la turistificación pero en realidad no aborda el verdadero problema. Que las instituciones públicas cuenten con presupuestos suficientes para cubrir las necesidades sociales siempre es deseable, pero no hay ninguna garantía de que lo recaudado a través de la tasa turística vaya a ser utilizado para paliar los daños económicos, sociales y ambientales de la turistificación. Hoy en día gran parte de los presupuestos públicos se destina a favorecer a especuladores, a la turistificación y a proyectos desmedidos. Mientras eso sea así, lo recaudado por la tasa turística será insignificante. Además, en una ciudad donde el precio medio de una noche de hotel es de más de 120 euros y un piso turístico cuesta de media más de 160 euros, la tasa de 1, 2 o 3 euros no hará que nadie deje de venir.

En marzo cumplirán cinco años. Es poco tiempo, pero pese a eso, ¿me puede contar cuál ha sido la evolución en este periodo desde su punto de vista?

La plataforma se creó porque 2017 el debate floreció y nos pareció que los medios lo colocaban en unas coordenadas perversas: turistas contra turismófobos. Desde entonces hemos trabajado con decenas de asociaciones, grupos y movimientos de la ciudad y hemos conseguido evitar la simplificación del problema para hablar de la crisis habitacional, del modelo económico, de la degradación de entornos naturales, del daño a la vida comunitaria de los barrios, de la mercantilización del espacio urbano… Luchamos por un modelo de ciudad que tenga la vida de la vecindad en el centro.

Una de las noticias del año ha sido la llegada del Hilton al Bellas Artes por el significado del edificio y los años que ha habido de dimes y diretes. ¿Cómo valoran este hecho en concreto?

Es un caso muy simbólico por sus características. Y además será un hotel de lujo, lo que provoca el aumento de precios de consumo y la elitización de la ciudad. El caso muestra el poder de los agentes especuladores para modificar normativas y superar obstáculos administrativos que se cruzan en el camino de sus negocios. El gobierno municipal ha abierto el camino. 

No hay acuerdo entre la oposición y los partidos en el gobierno respecto al número de pisos turísticos. ¿No pone esto de manifiesto hasta qué punto es imposible establecer una política en esta materia que contente a todos?

Creemos que este tema debe abordarse desde las respuestas al problema de la vivienda en la ciudad y no desde la perspectiva de la industria turística. Hay estudios que demuestran la correlación entre la proliferación de pisos turísticos y el encarecimiento del alquiler en las ciudades. Un grupo de investigadores de la UPV ha demostrado esa correlación en el caso de Donostia. Mientras el derecho a la vivienda de miles de donostiarras no se respete, no se puede proteger los negocios que otros pocos quieren hacer especulando o convirtiendo sus viviendas en alojamientos para turistas.

¿Qué sugieren ustedes?

Creemos que es urgente cerrar la puerta a nuevas viviendas turísticas declarando toda la ciudad como saturada y haciendo las pertinentes modificaciones en el Plan General de Ordenación Urbana. Y habría que poner en marcha un proceso de reducción de oferta de pisos turísticos hasta llegar a hacerlos desaparecer. Quien diga que está preocupado por la vivienda no puede defender el negocio de los pisos turísticos. 

Pero antes hay que mirar los modelos negativos de determinadas ciudades que han apostado ciegamente por el turismo y han evolucionado hacia realidades distópicas. Muchas veces se destaca que la situación en Donostia no es la de Venecia, Barcelona o Palma. Pero los procesos de turistificación provocan daños irreparables en pocos años y estamos poniendo las bases para que se reproduzcan los problemas de esas ciudades en la nuestra.

¿Entienden ustedes que, tanto en hostelería, como en otro tipo de servicios dependientes del turismo, también en el comercio de la Parte Vieja, sean ustedes vistos con poco cariño?, ¿entienden que hay un miedo a perder esos empleos y la sensación de que no hay marcha atrás posible?

El movimiento social crítico con la turistificación no es el que ha provocado el cierre de decenas de locales de hostelería y comercio en la ciudad; tampoco se lucra con la precariedad de los trabajadores del sector. Creemos que la ciudad debe emprender un proceso de decrecimiento turístico ordenado que prevea una reconversión hacia un modelo económico más equilibrado y menos dependiente del turismo. 

Cuando se dice que se opina esto o aquello desde la hostelería o desde el comercio se equiparan los intereses de propietarios de varios negocios con los del ayudante de cocina de un bar de pintxos. No nos equivoquemos. Es normal que quien se enriquece con la especulación y la explotación no sienta cariño por nuestro movimiento porque defendemos intereses opuestos. 

Hace poco desde el Gobierno municipal diferenciaban entre el visitante que viene a pasar el día y el que se aloja. ¿Qué les parece a ustedes esta diferenciación?

Nos parece sacado del manual de comunicación del lobby hotelero. Quieren limitar el impacto de los visitantes y los turistas a los temas ligados a su presencia en la calle. Quieren dar a entender que lo único preocupante es que las calles estén llenas etc. Así tratan de evitar hablar de lo fundamental: el modelo de ciudad. El problema de la vivienda, la estructura económica, la expulsión de los donostiarras, la perdida de lazos comunitarios en los barrios…

Hace unas semanas un periódico local hacía un balance de situación sobre la presencia de multinacionales en la hostelería donostiarra. Más en la Parte Vieja. ¿Cómo valoran esta situación?

Se ha acumulado la propiedad de locales hosteleros al mostrarse como una inversión rentable. Y la competencia de estos locales, al mismo tiempo, ha hecho la vida imposible a establecimientos de pequeños propietarios que han sido los que no han podido soportar el golpe de la pandemia.

La Parte Vieja ha sufrido la actividad económica extractiva que es el turismo. Han llegado inversiones que han sacado beneficio económico de la personalidad, la cultura y la manera de vivir de un barrio. Está en peligro de convertirse en decorado vacío sin vida comunitaria como ha pasado en zonas de otras ciudades turistificadas. Por ahora la salva el tejido asociativo vecinal que resiste y se defiende, pero necesita un cambio radical antes de que sea tarde.