Las movilizaciones anti-turistización del verano pasado son las semillas de las del próximo y de la transformación socioeconómica de los territorios turistizados
Hace décadas que la explotación turística de nuestros territorios provoca reacciones y movilizaciones en contra, pero las del pasado verano representaron un salto relevante, tanto en calidad como en cantidad. Aún en plena primavera las ‘ultraperiféricas’ Islas Canarias», en el noroeste de África, salían a la calle para decir ‘Canarias ¡Se Agota!’ y “Canarias tiene un límite”, con una participación masiva y transversal nunca vistas antes. Esta chispa no tardaría en extenderse a Mallorca, Barcelona, Cantabria, Donostia, Alacant, Menorca, Cádiz, Granada… Estas movilizaciones populares coincidían en decir que nuestros territorios no se venden y urge poner límite al crecimiento del turismo, en reclamar un cambio de rumbo y en señalar la vía del decrecimiento turístico como salida.
La mayoría fueron manifestaciones multitudinarias o sin precedentes, con imágenes que dieron la vuelta al mundo y consolidaban un relato del turismo impensable hace poco tiempo. El relato realista de una industria extractiva que empobrece a la gente, haciéndole imposible el acceso a una vivienda asequible y concentrando la economía y el trabajo en este sector tan injusto y explotador. Una industria que en plena crisis ecológica contamina agua, aire y suelo, representa el 9% de las emisiones responsables del calentamiento del planeta y agota su capacidad biofísica en cuanto a energía y recursos naturales, que acapara territorio, comercio y servicios, infraestructuras y transporte público, subvenciones y privilegios del sector público. Unos impactos que nos afectan a todas y todos pero no de manera homogénea, ya que amplifican las injusticias estructurales: la explotación de la turistitzación es más acusada en quienes sufre discriminaciones resultantes de la racialización, el género, la orientación sexual o el capacitismo, y afecta de manera interseccional.
La pandemia de covid fue una crisis especialmente cruel con la población de territorios turistizados, y a la vez la confirmación de nuestras tesis sobre decrecimiento turístico. La reacción de la administración pública y el sector privado, sin embargo, ha resultado aún más dura: aumento del apoyo al sector turístico, que durante la pandemia llegó a tomar forma de rescate financiero, y creación de nuevas estrategias de distracción por parte de los lobbies turísticos y los poderes públicos. Unos auténticos pirómanos que destinan su parafernalia discursiva a simular que las cosas cambian mientras mantienen el status quo. Así, la economía azul, la sostenibilidad, el aumento de la fiscalidad como política aislada, el turismo de calidad y la elitización, los eventos y macroeventos culturales y deportivos, son coartadas para legitimar el crecimiento turístico. En realidad, burdas reformulaciones de la misma ecuación de injusticia y explotación de siempre: ganan el poder y el capital, perdemos la gente, los territorios y el planeta.
Cada acción destinada a imponer límites a la turistización es expresión de una creciente conciencia colectiva que sobrepasa las fronteras. A día de hoy, el monocultivo turístico forma parte de los debates sociales y es rechazada por la mayoría de la población de los territorios turistizados. Cada manifestación marca un momento y, tal vez, un punto de inflexión. En este contexto, la red Sur de Europa contra la Turistificación (SET), nacida en 2018 como espacio de apoyo mutuo interregional, organiza este Encuentro con la participación de una quincena larga de territorios, además de personas y movimientos sociales de Barcelona y de Cataluña, que aportarán su voz.
Serán tres días de escucharnos y debatir, de aprendizaje colectivo, de intercambio y creación: es necesario reflexionar sobre cómo amplificar el alcance de nuestros mensajes y acciones con nuevas formas de movilización, de organización, de comunicación y de incidencia política. Hay que forzar los cambios y las políticas que necesitan los territorios, las personas que los habitamos y el planeta entero: poner límites a la explotación turística, transformar los modelos productivos poniendo en el centro la vida y los ecosistemas, acabar con esta forma de turismo como consumo ciego e ilimitado de los espacios, sus recursos y la población.
Lo haremos mediante conversaciones, talleres y debates sobre diferentes aspectos de la situación en los territorios y de la acción de los colectivos participantes: diagnóstico, nuevas formas de movilización, vivienda, estrategias de lucha laboral, movilidad, crisis ecológica, estrategias de distracción, medidas de decrecimiento turístico y reconversión productiva. Cerraremos las jornadas con una acción simbólica en los alrededores de la Sagrada Familia, que servirá para lanzar las próximas movilizaciones contra la turistificación, en esta ocasión coordinadas entre diferentes territorios.
El Encuentro es un éxito ya por el hecho de existir, y por hacerlo desde la autoorganización. Hoy, además, anunciamos que el próximo 15 de junio los territorios de la red SET nos manifestaremos contra este monocultivo turístico, y lo haremos de forma coordinada bajo un lema común. La voz del Sur de Europa contra la turistificación resonará en todo el continente y más allá, para acabar con el fuego turístico que arrasa el planeta, y para iniciar de una vez por todas la imprescindible transformación socioeconómica de los territorios que explota.
Colectivos anti-turistización de: Bilbo, Canarias, Cantabria, Donostia, Eivissa, Iruñea, Genova, Lisboa, Mallorca, Milano, Napoli, Palermo, Pirineu, València, Venezia y Barcelona