Manifestación contra la turistificación al final de la dinamica Bizitza Da Handiena y coincidiendo con la reunión en Donostia de la Organizació Mundial del Turismo (UNWTO).

Texto leído al final de la manifestación:
Desde el pasado miércoles hasta hoy mismo hemos tenido a la Organización Mundial del Turismo en Donostia. Mandatario de decenas de países se han reunido para tomar decisiones sobre el turismo internacional. Se llenan la boca hablando de sostenibilidad, pero el turismo está creando daños irreparables en muchos lugares del mundo: daños sociales, económicos y ecológicos. No es una cuestión de intransigencia de donostiarras o vascos. No es ningún odio o fobia hacia los turistas. La misma preocupación que hay en muchos otros territorios y ciudades ha aparecido en Donostia. En otros lugares, el crecimiento masivo del turismo ha causado daños irreparables. En Donostia tenemos que abordar el tema con perspectiva crítica antes de que sea tarde.
Aprovechando la reunión de la OMT, el Gobierno de España, el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento han propagado su discurso único en periódicos, radios y televisiones: El turismo solo trae bondades; crea riqueza; y el crecimiento del turismo es SIEMPRE bueno.
Pero hace tiempo que en Donostia no tragamos ese discurso. Encontramos razones para no creerlo en nuestras propias vidas: al pagar la vivienda, al buscar trabajo, al organizar algo en la calle, al intentar vivir en euskera, por ejemplo.
No tenemos nada en contra de quien visita la ciudad en sus vacaciones. Los problemas que hemos mencionado, más que de los turistas, son responsabilidad de quien ha diseñado y promueve sin medida este modelo de turismo: inversores locales e internacionales y quien les abre todas las puertas desde sus cargos institucionales.
Se quiere competir en el mercado mundial de ciudades con la marca Donostia y Basque Country. Y para eso, están transformando la ciudad sin tener en cuenta los efectos que crean en nuestros barrios y nuestras vidas. Se desprecia todo lo que no crea beneficio económico directo y se folkloriza todo lo que nos distingue para convertirlo en icono y tratar de venderlo.
Se ponen alfombras rojas a quien viene a hacer inversiones inmobiliarias o a abrir multinacionales. Se cambian leyes y se diseñan infraestructuras según sus deseos, sin poner atención a las necesidades y opiniones de la ciudadanía. Ahí tenemos el caso del metro o de la nueva ordenanza de apartamentos turísticos. Dispuestos a todo por abrir camino al negocio del hormigón de los hoteles y de los apartamentos. LA INDUSTRIA TURÍSTICA SOLO FAVORECE A UNOS POCOS Y ESO ES LO QUE QUEREMOS DENUNCIAR.
El precio de la vivienda crece sin medida. Los hoteles y apartamentos están sustituyendo las viviendas residenciales, expulsando a las vecinas. Los precios de los productos y servicios van hacia arriba. Y la realidad de donostiarras expulsadas a los pueblos de alrededor está creciendo.
Se está destruyendo el comercio de cercanía; lo sustituyen souvenirs y grandes cadenas. Se ha generalizado la subcontratación de servicios. Y al mismo tiempo, la precariedad: contratos temporales, trabajo sin contrato, sueldos de esclavitud…
También se nota en las calles. El espacio público se transforma para el consumo. Los limites son cada vez más estrechos para las fiestas populares y las expresiones sociales. Pero no hay límites para los eventos superpatrocinados que convierten la ciudad en un gran centro comercial.
Se sirven de nuestra cultura y nuestras particularidades para atraer al turismo. Pero en el mercado entrar en el mercado global y expulsar a la población local destruye el ambiente de los barrios. Crece la tendencia a homogeneizar la cultura y las identidades: las calles se parecen a las de otros lugares, la oferta cultural se ofrece mirando a los visitantes y las lenguas hegemónicas le quitan su espacio al euskera.
Es por eso que EXIGIMOS UN DEBATE TRANSPARENTE Y ABIERTO SOBRE ESTE TEMA. Negar los problemas que hemos mencionado y criminalizar a quien se sale del discurso único no es el camino.
Hacemos un llamamiento a denunciar las afecciones que crea el turismo; a hablar con vecinas y vecinos sobre este tema y responder conjuntamente a los problemas comunes. Las asociaciones de vecinas, los grupos culturales, las comisiones de fiestas, los clubes deportivos y ese tipo de redes son lo que mantienen vivos los barrios y la ciudad. Ante los que solo buscan el negocio, estamos las donostiarras que nos cuidamos mutuamente.
LO QUE AFECTA A NUESTRA CIUDAD, AFECTA A NUESTRAS VIDAS. LAS CONDICIONES DE VIDA DE LAS DONOSTIARRAS SON LA PRIORIDA y vamos a organizarnos ante la especulación, la explotación, la estandarización y la expulsión.
Los barrios que están vivos son los barrios para vivir. ¡Y nosotras vivimos aquí y aquí queremos vivir!
https://es.euronews.com/2018/05/25/turistas-en-su-propia-ciudad