Hace exactamente dos semanas nos reunimos en esta sala con todos los grupos políticos de la oposición para denunciar el inicio clandestino de las obras de derribo en el Palacio Bellas Artes y anunciar la interposición de sendos recursos legales contra la licencia municipal y la ficha urbanística del PEPPUC.
En este tiempo se ha demostrado que lo que insistían en presentarnos como una intervención positiva de rehabilitación es en realidad una intervención destructiva. Según hemos comprobado, conlleva la desaparición completa de la estructura y distribución interior del edificio histórico, así como importantes modificaciones en el diseño original de sus fachadas.
El proyecto de la propiedad consistente en habilitar 3 plantas de garaje subterráneo robotizado, 84 alojamientos turísticos y un nuevo levante de 2 alturas atenta contra la integridad y la autenticidad del cinematógrafo más antiguo de España, anulando su valor patrimonial.
Hemos visto cómo el presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios se ha dirigido al alcalde de San Sebastián, mostrando el desacuerdo de los expertos ante la lamentable e irreversible pérdida de un inmueble con significado cultural universal, que es un superviviente único dentro de su tipología. No dudan en atribuir esta decisión a la “especulación inmobiliaria”.
Recordemos que los últimos años vienen marcados en la ciudad por un malestar creciente, motivado por el goteo incesante de derribos. La alarma social ha desembocado en la aprobación de 2 moratorias consecutivas, acompañadas por una modificación parcial y una revisión general del PEPPUC, que siguen sin resolver este problema. Las pérdidas patrimoniales han afectado a todo tipo de edificios, con especial incidencia en las villas históricas. Entre las desapariciones más significativas cabe mencionar a título de ejemplo:
Villa Kanimar, Villa Txomin, Miracruz 19, Villa Stella Maris, Villa Saga, Villa Zerutxo, Villa Narcisa, campus EUTG, caserío Txanponenea, caserío Erbetegi, fábrica OASA, Villa Torata o Villa Supervielle.
También se han generalizado los derribos interiores o vaciados completos como en:
Plaza del Buen Pastor 5, Elcano 10, Plaza de Guipúzcoa 2 y 11, Fuenterrabía 9, Arrasate 51 o Aldamar 32, arrasando en muchos casos con valiosos portales.
Donostia no sólo es la capital con el precio del m2 de vivienda más caro (tanto en venta como en alquiler), sino que también es la ciudad donde la rentabilidad hotelera es más elevada, encabezando el ránking estatal. La implantación de alojamientos turísticos está siendo masiva: este gobierno municipal ha concedido más de 30 licencias en un tiempo récord, afectando en muchos casos a edificios protegidos. Entre ellos:
Hotel Zenit (Siervas de María), Gorka Room Mate, Arbaso, Villa Favorita, Villa Katalina, Villa Eugenia (Jai Alai), Villa Victoria (C/ San Bartolomé), Catalonia (Convento Compañía de María), ABBA (Palacio Vastameroli), Boutique Bidaia (Ategorrieta), SanSeBay (C/ Mari), Vista Eder (Miraconcha), Arrizul (Urbieta 51) o Zubieta 3. Y en preparación: Corazón de María, María Inmaculada, Villa Nª Sª de Iziar (Paseo de la Fé) y 84 apartamentos turísticos en el Bellas Artes.
El proceso de turistificación incide sobre la movilidad al multiplicar los parkings en espacios centrales de la ciudad: ayer mismo se autorizaron 320 plazas de aparcamiento en Gros, destruyendo el claustro de María Inmaculada. La proliferación de hoteles origina un incremento de precios en el sector inmobiliario, haciendo imposible el acceso a la vivienda. Ha llegado el momento de decir basta a este proceso de mercantilización del espacio urbano, con graves repercusiones en el ámbito social y cultural.
Desgraciadamente el Bellas Artes se ha convertido en el exponente perfecto de esta deriva reciente: una gestión mucho más centrada en satisfacer las apetencias lucrativas de unas pocas empresas, que en el interés colectivo de los donostiarras. La rebaja progresiva en su régimen de protección constituye un ejemplo claro de urbanismo a la carta, que pone en cuestión el modelo de ciudad. La banalización de este icono urbano, sacrificado una vez más en aras del aprovechamiento turístico, constituye la metáfora de la ciudad que no queremos.
Porque este edificio es mucho más que un viejo cine en desuso. Constituye un símbolo muy querido por generaciones de donostiarras y tal vez por eso ha logrado canalizar la preocupación latente en un amplio sector de la ciudadanía. Una docena de asociaciones con objetivos e ideologías diversas nos hemos unido para oponernos a su anunciado derribo y reclamar una gestión urbanística mucho más sostenible y atenta a las necesidades reales de las personas. Esta iniciativa cuenta con la adhesión de los siguientes colectivos:
- ÁNCORA
- ONDARE
- ERDIAN BIZI
- BIZILAGUNEKIN
- PARTE ZAHARREAN BIZI
- AMARA BERRI AUZO ELKARTEA
- AMARA BAI
- DONOSTIA DEFENDATUZ
- HARITZALDE
- BELARTZA 2 GELDITU
- PARKEA BIZIRIK
- SATORRALAIA
En definitiva, comprobamos que el gobierno municipal se está quedando solo:
1) La oposición en bloque ha criticado la intervención en el Bellas Artes
2) Los expertos nacionales e internacionales le han recordado al alcalde que ésta no es la solución apropiada para el futuro del edificio.
3) Y ahora las asociaciones ciudadanas también toman partido en contra de este modelo de gobernanza, plegado a los intereses privados.
Queremos anunciaros la convocatoria de una gran manifestación en defensa del edificio, que partirá el próximo sábado día 30 a las 12 del mediodía desde el propio cinematógrafo, concluyendo en el Boulevard, con el lema “BELLAS ARTES, MUCHO MÁS QUE UN CINE HISTÓRICO”. Invitamos a sumarse a todos los que como nosotros estén preocupados por los constantes derribos, por la pérdida de identidad de la ciudad convertida en un decorado de cartón-piedra, por el desplazamiento de sus habitantes hacia áreas periféricas y en definitiva, el rumbo especulativo que ha tomado la gestión municipal en los últimos años.
El gobierno municipal puede dar marcha atrás, ya que cuenta con las herramientas jurídicas para evitar la destrucción de este edificio simbólico. Si el cine más antiguo estuviera situado en Bilbao sin ninguna duda se hubieran destinado recursos públicos suficientes para restaurarlo, manteniéndolo como equipamiento cultural.