¡No vamos a celebrar ningún gol en contra!

Hace pocos días hemos sabido que Donostia será una de las sedes del Mundial de Fútbol de 2030, edición que organizarán Marruecos, Portugal y España. A pesar de cubrirse con discursos tan banales como «situar la ciudad en el mapa mundial» y «acercar el espectáculo deportivo de primer orden a la ciudadanía», desde el punto de vista de la industria turística, los macro eventos deportivos son una enorme oportunidad para el negocio. Desde las instituciones públicas han promovido que Donostia sea la sede del mundial de 2030 en beneficio de la industria turística y de los negocios de especulación inmobiliaria. Esa es la razón de fondo detrás de la candidatura de Donostia: el beneficio económico de unos pocos. Y quienes desde las instituciones públicas quieren presentarnos el nombramiento de Donostia como un logro colectivo de la ciudad gobiernan al servicio de esos negocios privado. Estamos, por tanto, ante otro dispositivo que intensificará la turistificación donostiarra. Así pues, podemos prever que el haber atraído este macro evento acarreará consecuencias nefastas para la mayoría de donostiarras: empeoramiento de la emergencia habitacional, crecimiento de la actividad turística, mercantilización del espacio urbano, desarrollo de infraestructuras de transporte insostenibles y medidas securócratas que condicionarán la vida de la población local.

Es más necesario que nunca subrayar el impacto negativo que tendrá en la vida de la ciudadanía lo que se pretende contar como acontecimiento deportivo histórico. Nos viene un nuevo ataque a las condiciones de vida de las y donostiarras, que viene a sumarse al proceso de turistificación y al modelo de ciudad insostenible que hemos padecido en los últimos años, pero el golpe puede ser de una envergadura nunca vista antes. Que la ciudad sea sede del Mundial de Fútbol activará todos los mecanismos para llenar el bolsillo de unos pocos. Por un lado, supondrá un incremento aún mayor del número de visitantes, que ya ha experimentado un crecimiento espectacular en los últimos años. En segundo lugar, provocará un aumento y activación de las infraestructura y recursos para la acogida y gestión de turistas, tanto privados como públicos. Y eso dará aún más centralidad a la actividad turística en el modelo económico y en la vida social de la ciudad. En tercer lugar, se pondrá en marcha una estrategia pública y privada de promoción turística envuelta en los valores del deporte y el marketing del espectáculo. Entre tanto, bajo la excusa de este evento, los responsables institucionales que gobiernan a su servicio darán por justificadas todas las facilidades de recursos, presupuestos e infraestructuras públicas a la industria turística. En resumen, se van a poner los recursos de la ciudad en beneficio del sector turístico, y está claro que en eso las y los donostiarras vamos a salir perdiendo.

A modo de ejemplo, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), en su informe publicado en noviembre de 2024 analizando la candidatura de Marruecos, Portugal y España, señalaba que el número de plazas de alojamiento en Donostia no será suficiente para dar cabida al número de visitantes que el Mundial de Fútbol prevé atraer. Los organizadores calculan que los hoteles, hostales, etc. de Donostia se verán desbordados. Mencionaban como solución o elemento tranquilizador que Biarritz o Baiona están cerca para sustentar el desbordamiento de Donostia; y que además hay que tener en cuenta recursos como Airbnb para entender la capacidad de la ciudad. La solución que se nos plantea es desbordar la capacidad de las infraestructuras turísticas de Donostia, Donostialdea y el litoral de Iparralde, que ya padecen una emergencia habitacional totalmente golpeados por la turistificación, y destinar el parque residencial al negocio turístico. En cuanto a la movilidad, en el mismo informe la FIFA señalaba que el acontecimiento requiere la puesta en marcha de planes especiales para la gestión del tráfico por influencia de zonas residenciales y comerciales en torno a eventos deportivos. Es por todo esto que podemos prever el colapso, la ocupación generalizada del espacio urbano y las dificultades para la vida cotidiana. 6 años antes de que se celebre el Mundial, la organización prevé una masificación y saturación de nuestros territorios ya afectados por graves problemas de turistificación; y los irresponsables gestores de las instituciones públicas han estado trabajando a favor de este nombramiento.

Las y los donostiarras estamos siendo atacados. Se están promoviendo y organizando actividades que perjudican nuestras condiciones de vida desde las instituciones públicas, desde algunos medios de comunicación y desde quienes se enriquecen tanto con el turismo como con la especulación inmobiliaria. Que se juegue el Mundial de 2030 en Donostia es un nuevo ataque a la mayoría de la población donostiarra. Los problemas evidentes de la ciudad exigen reorientar la centralidad hacia otras actividades y sectores que no sean el turismo. La emergencia habitacional y la turistificación exigen el cese de toda estrategia de promoción internacional. Pero quienes hablan de gobernar las consecuencias del turismo siguen en plena ofensiva a favor del crecimiento turístico. Los graves problemas que vivimos en nuestras vidas y en nuestra piel no han caído del cielo. Algunos se están enriqueciendo con la puesta en venta de la ciudad y atacando los modos de vida de las y los donostiarras y siguen impulsando estrategias de turistificación mientras realizan demostraciones de hipocresía. No nos van a engañar. Los impulsores de la turistificación nos han demostrado en los últimos años que la mayoría de la ciudadanía no les importa. Juegan en el otro equipo, contra nosotros.

Es urgente encauzar Donostia hacia el decrecimiento turístico y cambiar el modelo de ciudad para poner en el centro las necesidades de las y los donostiarras. Hacemos un llamamiento a organizarnos y luchar contra la precarización que supone la turistificación para nuestras vidas. No vamos a celebrar ningún gol en contra. ¡Decrecimiento turístico ahora!